Por: Profr. Juan Miguel Núñez Santillán
Lic. Paulino Santillán Reyes.
Lugar; San Miguel Curahuango, Maravatio, Michoacán.-
La leyendas intentan dar una explicación a extraños sucesos o algunos elementos de la Naturaleza que llaman poderosamente la atención. Y gracias a la tradición oral, ha llegado hasta nosotros alguna historia realmente sorprendente.
Descubre quién es el ahuízotl según esta leyenda mexicana, un ser mítico que vivía en el agua… La historia de este animal fue recogida por Fray Bernardino de Sahagún, y ha llegado hasta nosotros a través de sus escritos. Se trata de una leyenda que habla de cómo este ser atrapaba a las personas y se las llevaba para siempre al fondo de las aguas.
Otras veces, salía a la orilla y se ponía a llorar como un niño. Las personas que pasaban cerca, pensaban que era un pequeño y acudían hasta él. Cuando estaban cerca, las atrapaba con la cola y se perdía con ellas en el fondo de las aguas.
Dice la leyenda que el ahuízotl escogía a las personas que se llevaba por dos razones: o porque la persona era muy buena y quería que se fueran con los dioses o porque la persona llevaba encima piedras preciosas, lo que enojaba a los dioses, que no querían que los hombres portaran este tipo de riquezas. En esos casos, este animal también les atrapaba para llevar a estas personas hasta el paraíso terrenal.
Temido principalmente por los pescadores, el Ahuízotl era famoso por su apetito desmedido y su predilección por la carne humana, mostrando un particular interés por las partes “crocantes” de la anatomía humana, entre las que se encuentran las uñas y los dientes. El mito también cuenta que esta criatura se deleitaba con la suavidad de los globos oculares de sus víctimas y que atraía a los pobres incautos imitando el llanto de un bebé humano.
Según Ángel María Garibay, sacerdote e historiador de las culturas prehispánicas, el nombre está constituido por tres partes, a saber:
A: Atl (agua), el Ahuízotl tenía su hábitat particularmente en el agua.
Huiz: Huiztli (espina), los pelos mojados del animal tenían una apariencia particularmente espinosa cuando emergía del agua y se sacudía.
-Otl: Yotl (parecido a).
En algunas versiones de la leyenda el animal aparece con patas de mono. Cuando la víctima estaba a su alcance la atrapaba con la mano en la punta de su cola y la arrastraba a las turbias aguas donde vivía. Se cuenta que atraía a los pescadores haciendo que los peces y las ranas saltaran, como si los acechara un pez enorme, cuando los incautos se acercaban a intentar atraparlo, la criatura los arrancaba de sus botes.
Una víctima del Ahuízotl era perfectamente reconocible pues su cadáver emergía exactamente tres días después del ataque, sin ojos, dientes ni uñas, mismos que habrían sido devorados por el monstruo. Dado que este ser se consideraba un siervo de Tláloc, el cadáver debía ser recuperado y sepultado por un sacerdote ya que se consideraba un sacrificio especial para esta deidad, que llevaría el espíritu del afortunado al paraíso, o Tlalocan.
El origen de la leyenda es desconocido, pero varios pueblos prehispánicos contaban historias parecidas sobre seres peligrosos que habitaban en lagos y ríos, mismas que podrían haber sido inspiradas por diversos animales comunes a estos lugares como las nutrias o los tlacuaches.
El tlatoani mexica que precedió a Moctezuma Xocoyotzin y gobernó a los aztecas en el periodo 1486-1502 adoptó Ahuízotl como nombre propio y símbolo.
El Ahuizote se aparece en LA PRESA DE SAN MIGUEL CURAHUANGO.
Existen testimonios de personas que lo han visto, desde los abuelos hasta estos últimos días, describen al AHUIZOTE como un ser acuático, sumergido en las profundidades de la presa de San Miguel Curahuango, como una extraña figura animal de color negro, de ojos grandes ovalados, de un metro de estatura, con patas y manos largas, que sale por la madrugada a tomar el sereno de la noche y por la mañana se encuentra entre la maleza de las profundidades de este cuerpo acuático.
El AHUIZOTE, era empleado por los ancestros para espantar a los nietos e hijos para advertirles que no pasaran por la noche por la presa de San Miguel Curahuango, por que corrían peligro, dado que lo han catalogado como devorador de seres humanos, elemento psicológico correctivo de las conductas rebeldes de los menores y ello viene a avivar aun más la leyenda de este ser prehispánico.

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